jueves, 4 de septiembre de 2008

VUELO NOCTURNO SOBRE UNA TIERRA SIN HOMBRES, O EL VERDADERO IMPERIO SOBRE NADA.


Decía el Principito que lo que más embellece el desierto es que en algún lugar esconde un pozo...
¿Seguirá siendo hermoso si el pozo es de petróleo?



Todas las noches trabajo en lo mismo y todos los días me amanecen lentamente en el Sahara cuando ya llevo más de cuatro horas dibujando una parrilla cartesiana sobre el desierto. Las máquinas que llevamos a bordo leen variaciones magnéticas y gravitacionales en renglones sobre el lomo de la tierra desde un aguijón largo pegado a la cola. Cerca de mil millas náuticas sobre el erg de Chech y no hay signos de vida, ni hombre, ni planta, ni animal, este mundo es sólo un show para nosotros, para los ocupantes de esta absurda nave. Sobre una llanura tostada se extienden cordones de dunas en paralelo que se pierden por el norte y por el sur en un horizonte de brumas calientes y polvorientas. A veces he visto algo que parecía una tienda de nómadas con cabras y camellos, un árbol, ojalá no un vehículo, los pilotos de los helicópteros militares de Adrar me han dicho que cuando encuentran cualquier cosa que venga desde Malí se lleva un cohete de regalo. Me siento sudado e incómodo y pienso en todas las sensaciones elevadas de Exupéry cuando volaba camino de la Patagonia, o de Senegal cruzando estos mismos desiertos, mientras que yo sólo me siento incómodo, prisionero y vacío, y aún así yo soy la misma tierra, la nada volando sobre este mar de arena y nada, y puedo recordar otros vuelos sobre islas coralinas, el agujero azul enmarcado en una omega, bóvedas selváticas del Yucatán y del Petén, montañas mayas de bosques impenetrables, prados y lagos de Irlanda, el enorme Mississipi, manta-rayas gigantes volando bajo el agua, familias de manatíes en las desembocaduras, tiburones, caimanes asustados de los pantanos de Georgia y Alabama, las praderas de Texas, las playas de la Florida, y regreso al desierto de mi vida, a éste emperador desquiciado de una tierra vacía… Pero las infinitas formas de las dunas modeladas por el viento, de estrellas, de cuarto creciente, de cráteres, de dedos, los cauces de ríos secos con sus infinitos afluentes y afluentes de afluentes que no fluyen , los lagos secos de sal, cañones de piedra, rocas oscuras, todo me canta y grita: “…Allah, inteligencia de la materia, muerte sin muerte, vida sin vida, un loco que busca petróleo, yo”.

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