Se vuelve la tarde fantasmal y polvorienta, el aire caliente y masticable, cae una luz tenue y amarillenta que rompe las horas del Sol, y convierte los objetos cercanos en sombras de bordes movedizos. El tiempo parece entonces quedarse fijo en un presente crepuscular de vientos turbios. A veces llegan sin aviso, y se las ve temibles de lejos por el horizonte como una polvareda espesa de jinetes mongoles, invasores que se adueñarán de todo, y el cielo es arena, y la tierra es arena. Las tormentas de arena son mágicas, son violentas, pero sobre todo son muy hermosas, si no estás aquí arriba, si no te queda más remedio que aterrizar.
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1 comentario:
Holis bue ante todo buenisimo lo que escribistes me encanto, super original, bue espero que te pases por el mio y te guste lo que escribi!!!!!, suerte....
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