miércoles, 22 de octubre de 2008

EL CAMPAMENTO MARCIANO DE LA CONCHA (N 29 35 58 E 001 55 7)







Andaba Samuel recogiendo conchas por el mar Caspio y pensó que aquel aceite negro tan abundante por allí, se podría vender muy bien para las lámparas de Europa. Muchos años después aterrizo en el campamento Sierra Alfa Uno, pertenece a Shell. A sus espaldas se levanta una meseta inmensa de piedra roja más marciana que la roca de Ayers, delante un ouadi, el cauce de un río siempre seco grabado en las arenas y salpicado de arbustos y acacias. Los campamentos de los pozos de prospección en sus principios siempre parecen el mismo, los mismos contenedores con su plaza, la torre, la pista al lado. A veces tenemos que quedarnos a esperar varias horas y nos ofrecen un contenedor para descansar y refugiarnos del calor, del viento, o de la arena, pero hay algo especial en las pequeñas siestas de este lugar, un extrañamiento que hace que el sueño sea un delirio en duermevela. Desde la cama, a través de la puerta abierta del baño, observo las planchas metálicas, son de un azul brillante lleno de reflejos que nunca he visto, me cuesta convencerme de que no estoy en una colonia extraterrestre, o en un campamento en Marte, viviendo en el futuro. No sé si este campamento está construido sobre un antiguo cementerio, un cruce de ríos energéticos, o sobre un nido de viejos Dyinns del desierto, pero todo el pasado aflora cristalino a una velocidad espantosa, y se empiezan a abrir y a revisar todos los archivos, y al final de esa aceleración desquiciada de todas las memorias, pasa la sombra de un ave grande y se las traga todas en una pasada rasante. Y queda uno sereno y extraño a si mismo, como en un pellejo nuevo, entonces abro la pesada puerta metálica y me ciega la claridad, hasta que de pronto distingo los bordes pedregosos de la meseta roja, y es imposible saber si está cerca o lejos, si es real o no, es una visión familiar de muerte y luz, un mundo que ya poblamos hace mucho, o un mundo nuevo y hostil que poblaremos. Sin duda el futuro nunca será tan diferente como lo imaginamos, hará falta un lugar como este, una habitación sencilla como el cuarto de Van Gogh o el dormitorio de Felipe II , con su silla, su mesa, su cama, y un cuarto de baño, con una ducha, un lavabo, un váter, y un espejo, con una pegatina con un recuadro transparente enmarcando tu propia cara, que dice – ESTÁ UD. CONTEMPLANDO AL PRINCIPAL RESPONSABLE DE SU SEGURIDAD-, y en la esquina, el dibujo esquemático de una concha amarilla. Y siempre que un mundo se habite, se pondrán contenedores como este, y en la cama soñará un loco, un artista o un emperador, porque al principio todo es mero nombre, verbo, logos, una idea, un plan…

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