viernes, 17 de octubre de 2008

DESCENT CHECK-LIST




Mi capitán es una mujer, una de las pocas en la compañía, tan pequeña que me ha dicho que tiene que acabar casi siempre comprando su ropa en la sección infantil. Pero M. es valiente, dulce y generosa, lo saben en Sudán y en Chad donde casi se muere llena de parásitos volando en misiones humanitarias , aterrizando en aeropuertos controlados por militares asesinos de todos los bandos de esta nueva guerra caliente pero secreta que alimentan las potencias occidentales y China para controlar los últimos yacimientos del caldo negro negrísimo. Como casi todos los expatriados que estamos aquí, ella no sabe muy bien de dónde es, pero si se lo preguntas te dirá que es suiza-alemana criada en Canadá pero viviendo en el sur de Francia. La miro en uno de esos momentos en la cabina en los que no hay nada que hacer y nuestro sueldo se lo gana el piloto automático, y la veo muy triste y enfadada, no puede dormir, tiene pesadillas, apenas come, no le he preguntado nada, pero otra piloto amiga suya me contó que tenía una relación con un hombre casado y que él le había prometido no sé qué, así que el resto me lo imagino fácilmente al verla. Está desesperada, le cuenta hasta a los jefes de los pozos que se encuentra mal y le pide abrazos a cualquiera que la escuche. Entonces me gustaría decirle que todos somos koalas, que necesitamos estar abrazados a alguien toda la vida, y pasamos de un padre o una madre, a un amante, a otro amante, a un amigo, que ya sé que cuando no amamos a alguien se abre un agujero, un pozo negro y abismal, pero que no tenga prisa, que lo explore, que lo comprenda, porque ese agujero es nuestro verdadero ser, y siempre lo será aunque lo tapemos aprisa avergonzados como el que echa cal viva en fosas comunes. También me gustaría decirle que sé cómo se siente, que yo he estado allí, y más de una vez, pero no quiero parecer que soy “Mister been there, done that”. Y no le digo nada de lo que pienso, le sonrío y le pido la lista de comprobaciones para el descenso, y al empezar a recitar esas oraciones propias de nuestro templito aéreo se anima un poco porque se olvida de sí misma.

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