viernes, 31 de octubre de 2008

LA TIERRA DE BARAKA



Aparentemente no hay vida en Marte, aparte de algunos restos de células en el hielo de los casquetes polares, aquí sin embargo es abundantísima. En la tierra de Baraka el pez de arena es un elegante lagarto con aletas que nada en las olas de este mar de cristal y rocas molidas y además es comestible, de la araña del camello no te asustes, que no te persigue, sólo busca el bien escasísimo de tu sombra, las mantis llevan camuflaje arenero, el escorpión metido en los zapatos te puede conseguir una semana libre, y el zorrito del desierto es un loco que a veces cruza la pista acelerado, como si fuera a algún sitio. Por los aires es más escasa, si miras hacia arriba puede que veas las nubes de langostas, los cuervos, las tórtolas, y un pajarito de pecho amarillo que apareció una vez en el pozo de British Gas; y pocos más somos, los animales que volamos sobre las dunas.

VIRYA Y AHIMSA


A Javier Bosch, Juan Masabeu y John Mc Cabe, que vivieron pacíficamente y murieron volando.


Las tormentas de arena del rey de todos los desiertos también son reinas mudables y feroces del Sahara, son tan orgullosas y les gusta tanto pavonearse que a veces se las ve desde el espacio. Hoy nos ha sorprendido una intentando aterrizar en el pozo Eco Foxtrot Cuatro, (hay que tener cuidado con la magia simpática, hace sólo unos días escribí sobre ellas) la torre del pozo era una sombra demasiado cercana y cada vez que la cabecera de la pista se empezaba a distinguir las fuertes rachas hacían imposible reducir la potencia sin perder el control direccional, alejándonos de una velocidad que nos permitiera aterrizar con seguridad, yo lo intenté, la capitana lo intentó, y frustrados tras dos tomas frustradas nos fuimos por donde habíamos venido, satisfechos de haber hecho todo lo posible sin arriesgar mucho todas las vidas que nos acompañan un poco más atrás. Ya no me tengo que jugar el pescuezo casi nunca, pero esos momentos de dificultad máxima en nuestro nada virtual videojuego me han despertado muchos recuerdos de juventud, de saliva espesa y sabor picante de oxígeno en la sangre, pensamiento veloz y miembros energizados por la adrenalina, de consciencia clara de peligro inminente, cuando la norma de todas las empresas era “sólo se puede no salir en caso de huracán” y el que cargaba los aviones estaba convencido de que todos los huecos libres del interior se podían rellenar. No había aeropuertos alternativos, ni combustible para ir a ningún otro sitio, cuando las nubes hacían el bocadillo con la bóveda de la selva maya y yo era la loncha de fiambre cada vez más apretado en el interior, buscando el claro de la pista de Gallon Jug en un mar verde, sin GPS, con brújula y reloj, como un marino de hace trescientos años pero con el combustible agotándose, con el avión peligrosamente sobrecargado, y esas coliflores gigantescas en un cielo negro plagado de rayos que convertían a la Cessna-206 en semillas voladoras de Sicomoro, en el caballito de tiovivo de una feria brutal…
En aquellos años quería, necesitaba probarme a mí mismo, buscaba una secreta iniciación guerrera, una prueba de valor, ”Virya”, la virtud yóguica del indómito coraje , el desprecio de la muerte, los cojones en suma. Gracias al deporte de riesgo constante que es la aviación en los países y empresas donde no se respetan ni las más básicas reglas de seguridad, pude secretamente ejercitar esta virtud, sin dañar a ningún ser viviente, sin alejarme de la base de todo buen camino que sea igual a su destino, practicando la no violencia, el respeto hacia todas las formas de vida que sienten, “Ahimsa”.

LA NAVE DESIERTA




A Crowhurst, piloto oceánico que perdió la cabeza en su trimarán.
Su nave fue encontrada desierta.

Si soy algo, soy desiertos en el pecho del piloto del desierto, una nao desierta que navega sobre la maravilla y la vastedad del Sahara, el más grande y seco mar de nada en esta tierra, pero siempre queremos poseer la belleza e intento calcular el valor y la desolación de esta enorme finca, de esta hacienda ruinosa, buscando desesperadamente sus lindes rectas cubiertas por la arena, un título que me diferencie del rebelde Aguirre, aunque yo también sufra delirios imperiales y derive en una balsa llena de cadáveres y monos por un río infernal. Satisfecho quedo de momento con esta fugaz servidumbre de paso, con este carril celeste para mi nave desierta, aunque dentro de algún tiempo podría alegar usucapio del Vacío, si cultivo estos desiertos en el pecho del piloto del desierto.

sábado, 25 de octubre de 2008

TOMANDO TIERRA, MORDIENDO EL POLVO


Se vuelve la tarde fantasmal y polvorienta, el aire caliente y masticable, cae una luz tenue y amarillenta que rompe las horas del Sol, y convierte los objetos cercanos en sombras de bordes movedizos. El tiempo parece entonces quedarse fijo en un presente crepuscular de vientos turbios. A veces llegan sin aviso, y se las ve temibles de lejos por el horizonte como una polvareda espesa de jinetes mongoles, invasores que se adueñarán de todo, y el cielo es arena, y la tierra es arena. Las tormentas de arena son mágicas, son violentas, pero sobre todo son muy hermosas, si no estás aquí arriba, si no te queda más remedio que aterrizar.

viernes, 24 de octubre de 2008

LA ISLA DEL PIMIENTO PICANTE


Para Caro, con enorme gratitud.


“…eres como el chile verde, picante pero sabroso.”
Chabela Vargas

(Nada más salir de la oficinas de mi nueva empresa me di cuenta que había conseguido el trabajo de mis sueños, no el de los sueños de otros. La mayoría de mis amigos pilotos habían tenido que pagar una pequeña fortuna para entrar en la aerolínea de bajo coste más grande de Europa. Llamé a mi madre, tenía que darle las gracias por tantas cosas, y la razón, tenía que darle la razón en casi todo, es muy cansado ser un mendigo, y más allí en Zurich, donde hasta mear costaba un franco, y sobre todo tenía que darle una alegría. Sólo había tardado más de cuarenta años en adaptarme al mundo de los hombres tal como es hoy. Después llamé a mi novia, también tenía que darle las gracias por aquel año en Irlanda, y por mucho más. Después le di la noticia, lo celebraríamos, al día siguiente iría a Indonesia a verla. Ella pidió unos días en la universidad de Yakarta donde trabajaba y nos fuimos a Lombok.)

Como en una acuarela china se levanta inmensa sobre las nubes y el mar la cima del volcán de la vecina isla de Bali. Y en este amanecer gris de frescor dulce en la orilla, con las horas cambiadas y el murmullo de palmeras empujándome de vuelta hacia el sueño, no consigo encontrar las palabras para anotar esa majestad, esa belleza orgullosa. Voy corriendo a la cabaña para contártelo y, entre besos adormilados y cariños desnudos bajo la mosquitera, me dices las palabras justas. - ¿A que sí? ¿A que está chula la cima del volcán?- . Entonces le digo con los ojos que es perfecta - Nada te sobra, nada te falta, pero te dolerá, y más me dolerá a mí, porque me dolerá tu dolor y el mío, y pensaras que es tu culpa, que has hecho algo mal, los seres que más se acercan a la perfección son muy duros consigo mismos, siendo tú chocolate relleno de chocolate, virtudes envueltas en virtud, pero no me creerías si te dijera que ningún placer les está prohibido a los devotos del patrón de los yoguis, ni siquiera las acciones más nefandas, excepto el volverse hombres, tener una esposa, detenerse para siempre en un hogar.
Desde aquí, desde Lombok, la isla del pimiento picante, veo con claridad que todas las experiencias poderosas de la vida pican al entrar y pican al salir, Amor, Droga, Mundo, chula existencia.

FÓLLAME COMO SI NO HUBIERA MAÑANA


Fóllame como si no hubiera mañana,
congela el tiempo y allana la yerba
para hacer un nido de gorilas,
sólo por unas horas, y en esta comunión
resucitaremos un presente subterráneo
que no hay quién mate del todo,
y ahora fóllame,
fóllame como si no hubiera mañana.

miércoles, 22 de octubre de 2008

LA PRUEBA DE SIMULADOR




Me estaba muriendo en La Posada del Tejedor, aquel Bed & Breakfast de Castle Donington a sólo unos minutos del aeropuerto de East Midlands. Sólo trabajaba algunos días por semana y a veces llegaba hasta los lochs incrustados entre las cumbres nevadas de Escocia. No puedo negar que era hermoso, pero hay en los países llamados del primer mundo algo que me mata y me asfixia, y no sé lo que es, bueno, además de esa indefinida decoración ñoña y repugnante de abuelita inglesa que tienen todos los B&B en su intento de reproducir el efecto “hogar lejos del hogar”. Mi empresa inglesa estaba agradecida por haberles servido más allá del deber en el proyecto del sur de Argelia, sobre aviones ruinosos con pilotos automáticos reducidos a la función de un mero compensador, demasiados instrumentos muertos y un solo generador para vuelo nocturno , por haber aceptado aquellas fugas de combustible y líquido hidráulico, turbinas pasadas de horas, por las navidades que nadie quiso trabajar, por la segunda salida nocturna que nadie quiso aceptar…Todo era explicable, había sido un largo trabajo lejos de Europa y sus mecánicos. Lo gracioso es que en Inglaterra me pusieron un avión en el mismo estado. En Edinburgo hasta nos multaron por haber dejado una charca de combustible enorme en el asfalto del aeropuerto. Fue entonces cuando me llamaron para la prueba de simulador en Zurich. Ya estaba cansado de portarme bien, sólo unos días antes me había jurado a mí mismo que si no conseguía entrar en aquella empresa suiza, lo dejaría todo, rompería la baraja, me haría pirata, contrabandista, un sinley.
Aquel día de aguanieve y Alpes de postal en Zurich había un mono volando dentro de una caja. Lo hice fatal, me bajé de mínimos, pero me tomaron las medidas para el uniforme y me ofrecieron firmar un generoso contrato que sólo pedía la mitad de todo mi tiempo. Tenían bases en varios países de África y Oriente Medio, pero me aseguraron que al principio volvería al Sahara argelino. Ahora no para buscar petróleo, sino para transportar a los que lo extraen. Más petróleo para el mundo pues, y más arena y más luz para mi alma.

EL CAMPAMENTO MARCIANO DE LA CONCHA (N 29 35 58 E 001 55 7)







Andaba Samuel recogiendo conchas por el mar Caspio y pensó que aquel aceite negro tan abundante por allí, se podría vender muy bien para las lámparas de Europa. Muchos años después aterrizo en el campamento Sierra Alfa Uno, pertenece a Shell. A sus espaldas se levanta una meseta inmensa de piedra roja más marciana que la roca de Ayers, delante un ouadi, el cauce de un río siempre seco grabado en las arenas y salpicado de arbustos y acacias. Los campamentos de los pozos de prospección en sus principios siempre parecen el mismo, los mismos contenedores con su plaza, la torre, la pista al lado. A veces tenemos que quedarnos a esperar varias horas y nos ofrecen un contenedor para descansar y refugiarnos del calor, del viento, o de la arena, pero hay algo especial en las pequeñas siestas de este lugar, un extrañamiento que hace que el sueño sea un delirio en duermevela. Desde la cama, a través de la puerta abierta del baño, observo las planchas metálicas, son de un azul brillante lleno de reflejos que nunca he visto, me cuesta convencerme de que no estoy en una colonia extraterrestre, o en un campamento en Marte, viviendo en el futuro. No sé si este campamento está construido sobre un antiguo cementerio, un cruce de ríos energéticos, o sobre un nido de viejos Dyinns del desierto, pero todo el pasado aflora cristalino a una velocidad espantosa, y se empiezan a abrir y a revisar todos los archivos, y al final de esa aceleración desquiciada de todas las memorias, pasa la sombra de un ave grande y se las traga todas en una pasada rasante. Y queda uno sereno y extraño a si mismo, como en un pellejo nuevo, entonces abro la pesada puerta metálica y me ciega la claridad, hasta que de pronto distingo los bordes pedregosos de la meseta roja, y es imposible saber si está cerca o lejos, si es real o no, es una visión familiar de muerte y luz, un mundo que ya poblamos hace mucho, o un mundo nuevo y hostil que poblaremos. Sin duda el futuro nunca será tan diferente como lo imaginamos, hará falta un lugar como este, una habitación sencilla como el cuarto de Van Gogh o el dormitorio de Felipe II , con su silla, su mesa, su cama, y un cuarto de baño, con una ducha, un lavabo, un váter, y un espejo, con una pegatina con un recuadro transparente enmarcando tu propia cara, que dice – ESTÁ UD. CONTEMPLANDO AL PRINCIPAL RESPONSABLE DE SU SEGURIDAD-, y en la esquina, el dibujo esquemático de una concha amarilla. Y siempre que un mundo se habite, se pondrán contenedores como este, y en la cama soñará un loco, un artista o un emperador, porque al principio todo es mero nombre, verbo, logos, una idea, un plan…

martes, 21 de octubre de 2008

EL ASIENTO VACÍO DEL PILOTO


Sobre el asiento del piloto del viejo Twin Otter no se sienta el que entró y aterrizó en países con menos papeles que una liebre, el que cortó hojas de bananeras con la hélice porque le divertía el sonido, el que echaba carreras con los barcos a ras del agua, el que llevó a unos señores a una reunión de negocios en cayo Caulker, y a Mister Lindo a la frontera después de que atracara el Belize Bank del aeropuerto, el que llegó tarde a recoger al viejo primer ministro porque estaba enfrascado en una partida de ajedrez con el taxista Mangar o se dormía a los mandos en una tarde caliente camino de Tikal…No, ahora el que está sobre el asiento del piloto del viejo Twin Otter se encuentra lejos de los extremos del sopor y las distracciones de la excitación mental, vigilante y atento, con todos los apetitos calmados, fluido, limpio, alerta y en paz, con todo bajo control en la aeronave, consciente de la posición, del origen y el destino del viaje, de los meteoros, de la autonomía, de las comunicaciones, de los pasajeros, de la carga, de los motores, de todos los sistemas, del tiempo, del espacio, de las otras naves, cumpliendo y respetando todas las reglas, todas las normas, todas las leyes…Me resulta familiar este estado, no es el de un mono en una cápsula espacial, aunque la tecnología nos vaya convirtiendo cada vez más en meros vigilantes de paneles plagados de luces, pantallas, botones, y relojes, al estilo de Homer Simpson en su puesto de control en la central nuclear, no, esta claridad, este bienestar en la lucidez gustosa me recuerda a otro asiento, a un cojín de color burdeos que tuve, desde donde, a pesar de mis sinceros esfuerzos, comprendía peor que ahora el camino del Dharma, que es la Ley, la buena ley que nos protege en el océano de los fenómenos, y finalmente, las cosas, todas las cosas, la Realidad. Aquí, rodeado de espacio, atravesando un aire que todo lo limpia, pasado y futuro son sólo un presente ligero. Los cincuenta grados del verano han sido sustituidos por las moscas del otoño, pero se han quedado todas en tierra, con las pasiones del recuerdo y los deseos que mordisquean ansiosos el porvenir, allá abajo, lejos de este espacio devorador de espacios. Todo está en orden, el otro piloto tan alerta y relajado como yo, los pasajeros confiados, el asiento del viejo Twin Otter se ha convertido en un trono, asiento de la consciencia, mirador privilegiado de una belleza secreta y sin dueño, jamás recogida, jamás representada, como la lluvia que nos está limpiando los cristales, pero que no llegará a tocar la arena del desierto, como los mares aéreos de los mantos de nubes, belleza de cumulonimbos solitarios, arcoíris en corona, o en doble corona. Una vez, unos niños me hicieron una entrevista para la revista de su instituto y me preguntaron porque me gustaba volar. Les contesté que tenía un extraño efecto liberador, purificador… –Porque está limpio- contestó Lawrence de Arabia con la cara de Peter O´toole cuando le preguntaron por qué le gustaba tanto el desierto, y añadió en su poética David González -escribo para limpiarme por dentro-, pero desde el asiento del piloto, toda esta limpieza, toda esta belleza, parece que siempre ha sido nuestra, que somos nosotros mismos, la lluvia que limpia sobre limpio, las cosas, todas las cosas, la Realidad, la nave, el asiento vacío del piloto.

viernes, 17 de octubre de 2008

DESCENT CHECK-LIST




Mi capitán es una mujer, una de las pocas en la compañía, tan pequeña que me ha dicho que tiene que acabar casi siempre comprando su ropa en la sección infantil. Pero M. es valiente, dulce y generosa, lo saben en Sudán y en Chad donde casi se muere llena de parásitos volando en misiones humanitarias , aterrizando en aeropuertos controlados por militares asesinos de todos los bandos de esta nueva guerra caliente pero secreta que alimentan las potencias occidentales y China para controlar los últimos yacimientos del caldo negro negrísimo. Como casi todos los expatriados que estamos aquí, ella no sabe muy bien de dónde es, pero si se lo preguntas te dirá que es suiza-alemana criada en Canadá pero viviendo en el sur de Francia. La miro en uno de esos momentos en la cabina en los que no hay nada que hacer y nuestro sueldo se lo gana el piloto automático, y la veo muy triste y enfadada, no puede dormir, tiene pesadillas, apenas come, no le he preguntado nada, pero otra piloto amiga suya me contó que tenía una relación con un hombre casado y que él le había prometido no sé qué, así que el resto me lo imagino fácilmente al verla. Está desesperada, le cuenta hasta a los jefes de los pozos que se encuentra mal y le pide abrazos a cualquiera que la escuche. Entonces me gustaría decirle que todos somos koalas, que necesitamos estar abrazados a alguien toda la vida, y pasamos de un padre o una madre, a un amante, a otro amante, a un amigo, que ya sé que cuando no amamos a alguien se abre un agujero, un pozo negro y abismal, pero que no tenga prisa, que lo explore, que lo comprenda, porque ese agujero es nuestro verdadero ser, y siempre lo será aunque lo tapemos aprisa avergonzados como el que echa cal viva en fosas comunes. También me gustaría decirle que sé cómo se siente, que yo he estado allí, y más de una vez, pero no quiero parecer que soy “Mister been there, done that”. Y no le digo nada de lo que pienso, le sonrío y le pido la lista de comprobaciones para el descenso, y al empezar a recitar esas oraciones propias de nuestro templito aéreo se anima un poco porque se olvida de sí misma.

PUNTAS DE FLECHA DE EL-GOLEA




Cada ruta sobre el desierto se puede reconocer por los dibujos de la arena en el lomo de la tierra, miro hacia el suelo y las dunas parecen escamas de un lagarto gigante, un poco más adelante son olas rizadas con las crestas subrayadas por el sol y al final el Erg con sus dunas gigantes, sin mirar el GPS sabemos que nos acercamos a El-Golea. Una línea de brumas se levanta sobre el oasis, esa brecha en el desierto por donde mana tanta agua que la embotellan, dicen que hay un mar de agua dulce debajo del Sahara, allí crecen abundantes y espesos los palmerales y las huertas. El oasis acaba por el sur en un largo triangulo de agua rematado por las lágrimas de sal de algunos laguitos secos. Mientras espero que llenen el avión de combustible me paseo por la orilla del asfalto, los girasoles crecen altísimos y espigados, pero sus flores son muy pequeñas, algún pasajero debió matar la espera comiendo pipas por aquí, y les digo “Natsu Kusayá…”como en el haiku de Basho inspirado en el poema de Du-Fu. Bueno, aquí las yerbas crecen en Otoño, ¡oh, yerbas de Otoño!, poderosos guerreros yacen aquí mismo. Y es verdad, porque en el puesto de té que han derribado para ampliar el aeropuerto vendían puntas de flecha del tiempo en que estos desiertos fueron una selva, y los hombres cazaban enormes bestias. Hace sólo unas semanas, sentado en la plaza de la Alameda de Sevilla, sobre la pestilente y mágica laguna que desecó Leovigildo, saqué una de esas puntitas talladas en sílex de mi cartera para regalársela a una mujer, y no le interesó lo más mínimo. Me dijo que para que quería eso. Yo le contesté que esa puntita de piedra plana pertenecía a un tiempo en el que los hombres vivían dignamente en tribus, la única sociedad justa que el hombre ha conocido, un tiempo en el que la magia vivía en todos los pechos y la vida tenía sentido.

CONTINUUM, COMINO NEGRO Y BASES DE VIDA


La historia de la realidad no tiene introducción, ni nudo, ni desenlace, no se dirige a, no proviene de, el gran sentido es la ausencia de sentido . Eso pienso mientras subo hacia la colina de la Base de Vida (bases de vida las llaman, si te alejas de ellas durarías poco). Un hibisco me roza la frente, como aquel que puse a los pies de la estatua de Don Juan en Sevilla, las semillas viajan tanto como los hombres, saludo a la rosa del Pacífico, a la mimosa australiana, a la buganvilla que trajo el capitán francés, a la Lantana, a la palmera washingtonia…Ya sobre la colina veo las plantas , el muro coronado de alambradas, los puestos de vigilancia en torretas esquineras, y más allá el horizonte de pequeñas colinas tostadas, humaredas de antorchas en el horizonte, siempre dos colores, arena y celeste, igual que el horizonte artificial de todos los aviones. Observo la grava gris que hay en el suelo entre los contenedores, desde que estuve en la abadía de Conishead Priory visitando a mi Maestro, siempre veo en la grava espirales en oleajes de luz, como si alguien hubiera pasado el rastrillo por el minijardín de piedras zen que he visto sobre tantos despachos de ejecutivos. Al abrir la puerta del contenedor siento el frescor seco y potente del aire acondicionado, entiendo mejor lo de Base de Vida, abro el frigorífico y veo que el anterior huésped se ha dejado un botecito de un aceite medicinal y leo el prospecto: Echafia, aceite de Comino Negro, Nigelia Sativa, aceite esencial de múltiples virtudes, su eficacia sobre nuestro sistema inmunitario y contra la astenia física e intelectual hace de este aceite un aliado indispensable de nuestra salud. Conocido en la medicina Ayurvédica tradicional como aceite de Kalinji. Nuestro profeta Mohamed (que la paz y la salud sean con él) inmortalizó el Comino Negro al decir que cura todas las enfermedades excepto la muerte. También conocido como aceite de los faraones, zit el haba sawda, zit el baraka…
Aceite de la abundancia, mmm, creo que me puede venir bien, estoy cansado, he volado menos de cinco horas, pero llevo catorce disfrazado de almirante de primera comunión. El sabor recuerda a la pimienta, es tan fuerte que ha impregnado todo el agua de la botella de la que he bebido después de mojar mi lengua en el aceite, enciendo la televisión y nieva en todos los canales, algún trabajador ha desconectado el cable del plato que mira hacia los satélites, y de pronto me siento mejor, feliz, agradecido a la Realidad, y me pongo a escribir como si hubiera descubierto que hay un sentido, que el gran sentido es la gran ausencia de sentido, cocos flotando en el mar, un viaje de semillas que no cesa, un hilo mental de billones de hebras trenzadas bordando encajes en el tapete del tiempoespacio, Bases de Vida en el desierto, Continuum.

domingo, 12 de octubre de 2008

LA CRUZ BLANCA Y EL VUELO MÁGICO


Diciembre 2007



I am a good boy, a data collector robot, hasta dormido en el avión cumplo mi función y vigilo la cruz blanca que tengo que mantener para no salirme de la línea invisible que dibujo sobre el desierto, rumbo y altura casi inamovibles para el ingeniero pelirrojo y australiano que va detrás leyendo tan cómodamente como si estuviera en la butaca del salón de su casa. La pantalla está a un palmo de mis ojos y a veces me parece que la cruz blanca me entra en el cerebro, otras, en mi duermevela de las segundas cinco horas, soy yo quién entra en la cruz blanca, y la mente se vuelve lúcida, sólida y metálica, y una extraña vigilia tranquilísima se apodera de mi, y mi mente no es mi mente, sino la mente, la consciencia toda sin cuerpo, y puedo entrar y salir, revivir el pasado y el futuro mío y de cualquiera, entonces recordé el sueño de la tarde que había olvidado, un viento que surgía del pecho como una explosión me levantaba de la cama hacia el techo, y tras veloces pruebas y vuelos cortos atravesaba el techo y más techos hasta surgir por el tejado en el aire y dejarme aterrizar en cualquier lugar, y visitar amistades y volver a emprender el vuelo. Era tan real que me desperté del sueño dentro del sueño y volvía a conseguirlo con el secreto del querer y el poder. Una paz extraña y despreocupada se ha apoderado de mi desde entonces, una serena ausencia de temor. Ahora volaré sin descanso por el sueño y la vigilia, ahora en mi pecho crece la certeza de que el vuelo sin máquinas no tiene límites, y poco a poco se va revelando el poder de la antigua máquina, el cuerpo que es templo y nave, justo ahora que me pensaba tan pobre de tiempo, tan esclavo de mi trabajo. Quizás el animal de luz y de color se sacude así el polvo del mundo.